martes, 9 de junio de 2020

SEMANA 9 Y 10: 08 AL 19 DE JUNIO

SEMANA 9 Y 10: 08 AL 19 DE JUNIO

        EL CONTEXTO RELIGIOSO DE LOS GRIEGOS.



RELIGIONES DE GRECIA


[16.1] Religión minoica. La civilización cretense del segundo milenio antes de
Cristo recibe su nombre del rey legendario Minos, que mandó construir el famoso
laberinto. Si este último no es el gran palacio de Cnosos, decorado de hachas dobles
(labrys), es probablemente la imagen deformada de las antiguas grutas arregladas para
servir de santuarios desde el neolítico. La civilización cretense se caracterizaba por sus
vastos complejos de palacios, su arte que celebraba la naturaleza y sus dos formas de
escritura, una jeroglífica, derivada de la lengua indoeuropea luvita de la Anatolia
occidental, y la otra proveniente de Fenicia como la lengua que codifica, la llamada
Linear A, que parece de origen semítico. Iniciada su decadencia después de la explosión
de la isla volcánica de Tera (Santorín), la cultura minoica fue en parte preservada y en
parte reemplazada por la expansión de la robusta civilización micénica (ca. siglo XV
a.C.).
Los temas de la religión minoica están expresados en la iconografía: los frescos
pintados de los palacios, el metal decorado, los vasos y las figurillas. Todas estas
representaciones nos indican que la principal divinidad de la isla era una Gran Diosa de
la naturaleza que se manifestaba a sus sacerdotes y adoradores, a veces en compañía de
su fragil compañero masculino, un dios adolescente, probablemente de la categoría de
las divinidades que mueren y resucitan de nuevo. La diosa viste un faldón en forma de
campana, lleva los senos desnudos y los brazos levantados. Entre sus atributos figuran
las serpientes y las panteras. Es la dueña de los animales, pero también de las montañas
y los mares, de la agricultura y de la guerra, reina de los vivos y de los muertos. Los
principales símbolos de la sacralidad minoica son el hacha doble de la diosa y los
cuernos estilizados de toro («cuernos de consagración»), ambos de origen anatolio. La
paloma y el toro designan respectivamente a la diosa y al dios.

 El culto minoico consistía en sacrificios y ofrendas en las grutas (Kamares,
Psykhro, etc.) y sobre las cimas de las montañas (por ejemplo, la Tumba de Zeus,
característica del motivo del dios que muere en Creta), en santuarios rurales
construidos alrededor de árboles sagrados o en habitaciones especiales de los palacios.
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo por Arthur Evans y otros en la isla han
descubierto restos de sacrificios de toros y de otros animales más pequeños, de ofrendas
quemadas y de libaciones. A la diosa se le ofrecían figurillas votivas, armas y santuarios
en miniatura. Los rituales del fuego sobre las cimas de las montañas, las procesiones y
las acrobacias sobre los cuernos de un toro formaban parte de la vida religiosa cretense.

[16.2] La religión micénica es la de un pueblo de lengua griega y que hace triunfar
la divinidad celeste masculina, de procedencia indoeuropea, por encima de la antigua
diosa de Creta, la potnia theron («dueña de los animales»). Esta floreciente civilización
marítima, que se apoderó de la rica ciudad anatolia de Troya, se enredó en conflictos
principescos hasta el momento de las conquistas de los «pueblos del mar» (siglos XII-XI
a.C.), que determinaron su total decadencia.
Las inscripciones en la escritura llamada Linear B nos han revelado la existencia
de panteones locales, con divinidades como Poseidón, Zeus, Hera, Artemis, Dionisos,
Erinias, etc., la mayor parte de ellas conocidas posteriormente en Grecia. Las ofrendas
que se hacían a estos dioses eran similares a las de la Grecia antigua, aunque es bastante
probable que tanto en la época minoica como en la micénica se practicaran los
sacrificios humanos.
[16.3] La religión griega arcaica y clásica se transparenta a través de mitos y rituales
de una riqueza extraordinaria. El mito está a la base del ritual, y ambos son a la vez
locales y generales, puesto que las variantes locales tienen muy a menudo
correspondencias en otras partes. Lo mismo cabe decir de los dioses: sus atributos, sus
leyendas e incluso sus nombres varían según la región y el contexto cultural. En su
oráculo de Delfos, Apolo es el Pitio, en su isla nativa ese mismo dios es el Delio, en la
Ilíada es Febo que envía su flecha desde lejos. Los poemas homéricos son panhelénicos
en su esfuerzo deliberado por mencionar exclusivamente los atributos comunes de los
dioses. La religión griega es de una complejidad extraordinaria y abarca varias
dimensiones. Las investigaciones en materia de psicología, de sociología, de historia, de
arte y de lingüística han ido revelando una tras otra esas dimensiones, que en ocasiones
encuentran su resonancia en la interpretación moderna y en ocasiones permanecen
impenetrables, oscuras y turbadoras.

Eliade, M. (2008). Diccionario de las Religiones, Paidós, Barcelona. 

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